A diferencia de otros tejidos conjuntivos , la matriz del hueso contiene abundantes sales minerales, sobre todo una forma cristalizada de fosfato tricálcico (CaCO3) y una cierta cantidad de carbonato cálcico. Estas sales cristalizan a medida que se depositan sobre la trama formada por fibras de colágeno de la matriz, y el tejido se endurece. Este proceso se denomina calcificación o mineralización.
Aunque la dureza del hueso depende de las sales minerales inorgánicas cristalizadas, sería muy quebradizo sin las fibras de colágeno. Las sales minerales se acumulan en espacios microscópicos situados entre las fibras de colágeno y después cristalizan y se endurecen.
El hueso no es completamente sólido, sino que tiene muchos espacios entre sus componentes duros. Estos espacios proporcionan canales para los vasos sanguíneos que llevan los elementos nutritivos alas células óseas. Los espacios hacen también que el hueso sea más liviano.
Dependiendo del tamaño y de la distribución de los espacios pueden distinguirse zonas compactos y esponjosas. Observando directamente la superficie de un hueso cortado , se comprueba que está formado por partes sin cavidades visibles, el hueso compacto y por partes con muchas cavidades intercomunicantes, el hueso esponjoso. Esta clasificación no es microscópica y sino histológica ya que el tejido compacto y los tabiques que separan las cavidades del esponjoso tienen la misma estructura histológica básica.
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